Este ODS abarca la lucha contra la pobreza, entendida no sólo como la falta de ingresos sino como una vulneración de los derechos fundamentales de las personas. La pobreza afecta a la dignidad humana y niega el acceso a recursos esenciales. Se puede traducir en falta de liquidez económica pero también de alimento, educación, sanidad, vivienda, empleo, desarrollo personal,...

Es importante considerar también la exclusión que va asociada a la pobreza, haciendo que quienes la padecen sean discriminados/as y sin posibilidad de participar en su sociedad ni en las decisiones que les afectan y, habitualmente, perpetúan su pobreza. Se puede así invitar al alumnado a reflexionar sobre las diferentes caras de la pobreza y sobre la importancia, o no, del desarrollo económico en ellas.

Los ODS sólo tendrán éxito si se asumen por todos los actores sociales, incluidos los educativos. Además, esta agenda resulta esencial en el sistema porque depende de las generaciones futuras que se alcance y se mantenga el desarrollo sostenible. Los/as actuales estudiantes serán profesionales mañana, y con sus actos y decisiones podrán contribuir a promover o derribar políticas y hábitos sociales.

La FP, con su orientación marcadamente laboral, debe incidir en la responsabilidad que el alumnado actual, pero profesionales en un futuro, debe tener con su comunidad y su entorno. El sistema educativo les debe formar en conocimientos y también en actitudes cívicas, con conciencia sobre el servicio que van a prestar a la sociedad, haciéndoles ver que éste debe servir para mejorar la vida de las personas.

Los ODS pueden suponer, también, un buen marco de referencia para ayudar a entender el mundo desde un punto de vista global, como un elemento único, en el que cada persona tiene relación con su entorno y en el que cada pequeño acto tiene su consecuencia, pero también en el que el valor de cada persona importa y puede suponer el inicio de pequeños cambios que se conviertan en grandes transformaciones.